martes, 4 de diciembre de 2012

La estrella pop que jugaba al fútbol


Sucedió a mediados de los noventa. En una de esas tardes perezosas que pasábamos escuchando música y hablando de vete tú a saber, mi amigo Paco me enseñó un disco que de inmediato me llamó la atención por su portada. En ella aparecía la fotografía de un atractivo futbolista con los brazos caídos, camiseta roja, melena al aire y abundante barba. La instantánea parecía tomada en los años 60 y el contraste de las piernas embarradas del jugador con su imagen de Jesucristo cool resultaba impactante. Reconozco que en ese momento no tenía ni idea de quién era aquel hombre. Mi amigo puso el disco y, al instante, quedé prendado de las guitarras aceleradas y las melodías vivaces. El contenido estaba, como mínimo, a la altura del continente. En la tapa, junto al jugador con pinta de estrella del pop, aparecían tres letras: The Wedding Present.

El disco en cuestión era el debut de la banda, y había sido publicado en 1987. El título del mismo, George Best, hacía referencia al nombre del futbolista de la melena. Con el tiempo, The Wedding Present se convirtió en una de mis bandas favoritas y el tipo de los brazos caídos y las piernas llenas de barro pasó a ser uno de mis iconos futboleros, no pocas veces rayando en la obsesión, he de confesar. Poco a poco, fui conociendo las increíbles andanzas de Best, tanto fuera como dentro del campo, fui descubriendo sus regates inverosímiles y sus brillantes frases, su dominio del balón y de los micrófonos. Su vida, obra y milagros. Sí, milagros, porque, entre nosotros, ¿de qué otra forma podríamos catalogar haber logrado acostarse con tres Miss Mundo?

La trayectoria de George Best en la élite comenzó en 1963, al debutar, con sólo 17 años, en el primer equipo del Manchester United. El club aún se intentaba recuperar del trágico accidente aéreo de Múnich, que se había llevado por delante en 1958 a más de medio equipo. Junto a Bobby Charlton y Dennis Law, Best formó The Holy Trinity, la Santísima Trinidad que devolvió al United a lo más alto.

Debido a sus orígenes, George Best fue conocido desde bien temprano como el Belfast Boy. Sin embargo, por su estilo de vida y su imagen de estrella del pop, quizás el apodo que más encajaba con su figura era el de El quinto Beatle. La invención no fue obra de la sensacionalista prensa inglesa, ni tuvo su origen en alguna noche de farra sin fin junto a los cuatro de Liverpool. En realidad, fue la prensa portuguesa la responsable, asombrada tras un recital de Best en el Estadio de la Luz en los cuartos de final de la Copa de Europa de 1966 contra el Benfica. El Manchester United pasó a semifinales tras vencer al equipo de Eusebio por 1-5 en un sensacional partido del norirlandés. La prensa local, tan impactada por el juego del delantero del United como por su imagen, le colocó el apelativo que lo acompañaría de por vida. Best tenía 19 años y el fútbol europeo acababa de descubrir a su nueva estrella.

La carrera de Best fue fulgurante. En 1968 llevó al United a conseguir la Copa de Europa, tras lograr en la prórroga el gol que desnivelaba definitivamente el marcador. Se cuenta que, tras la final, en lugar de celebrarlo con sus compañeros se fue con John Lennon y Yoko Ono de fiesta a una cabaña. Ese mismo año fue galardonado con el Balón de Oro. Acababa de cumplir 22 años, estaba en la cima de su carrera y tenía un futuro inmejorable ante sí.

Sin embargo, su vida disipada fuera del césped fue poco a poco pasándole factura. Mientras castigaba su hígado en los bares, se acostaba con las mujeres más guapas del planeta, aparecía en el mítico programa Top of the Pops como una pop star más y tenía siempre una frase ocurrente ante los micrófonos, su faceta futbolística iniciaba un progresivo declive. Aunque eran otros tiempos, con un fútbol menos físico y profesionalizado, su ritmo de estrella del rock no casaba muy bien con su desempeño como futbolista de élite. A los 26 años, la edad a la que la mayoría alcanza la madurez, decidió abandonar el fútbol, hastiado y deprimido. Después dio marcha atrás y volvió a ponerse las botas, pero ya nunca al más alto nivel. Jugó en Estados Unidos y en la segunda división inglesa con el Fulham. El físico ya no le acompañaba, pero la clase estaba intacta. También el orgullo. En 1976, antes de un partido de clasificación para el Mundial entre Irlanda del Norte y Holanda, un periodista le preguntó a Best si Cruyff era mejor que él. El ex del United rió: "¿Me tomas el pelo? Te diré lo que voy a hacer esta noche. En cuanto tenga oportunidad le pienso hacer un caño”. Al poco de arrancar el partido, Best recibió el balón en la banda izquierda y empezó a driblar contrarios en horizontal, hasta llegar a la derecha, donde estaba Cruyff. Entonces pasó el balón entre los pies del holandés y, cuando lo volvió a controlar, levantó el puño derecho.


En 1983 definitivamente se retiró, tras una breve estancia en el fútbol australiano. En 2000 le fue diagnosticada una grave dolencia hepática y el 3 de diciembre de 2005, tres años después de someterse a un trasplante, el hígado de Best dijo basta. Una muchedumbre atestó las calles de Belfast para despedir a su ídolo.

Best fue una estrella del pop que no grabó discos ni se subió a un escenario. Su magisterio lo impartió en otro ámbito, el del césped, pero hubo quien cantó por él, para él. Hubo otros para los que el genio de Belfast sirvió de inspiración. Como Don Fardon, que dejó en su inmortal tema ‘Belfast Boy’ la mejor de las hagiografías: “When you live and you play for United / with your life and your blood and your soul / You run and you kick and you fight it / And you learn every way to the goal / Georgie, Georgie, they call you the Belfast Boy / Georgie, Georgie, keep your feet on the ground”. Fardon publicó la canción en 1970, en pleno auge del jugador, cuando apenas se intuía su cuesta abajo. Sin irnos tan lejos, ni en el espacio ni en el tiempo, los granadinos Los Esclavos rendían en 2007 un precioso tributo a Best en ‘El cromo del 7’, incluida en su LP Tranquilamente: “El chico de Belfast sonríe, ya es de oro. John y George se echan fotos a su lado. He gastado mucho en mujeres y en alcohol, el resto creo que lo he tirado”.

El homenaje de The Wedding Present se quedaba en el exterior, en lo estético, sin trascender al plano musical ni literario. En los surcos del disco no existe referencia alguna al futbolista. David Gegde, alma mater de la banda, se explicaba en 2007 en las páginas de la revista Rockdelux: “Dar la sorpresa ya con el título y la portada era importante. Así que cuando me topé con esa foto de George Best, lo vi claro. Es muy icónica. Además, es ¡George Best! Ya me encantaba en los sesenta, cuando yo era un chaval fan del Manchester United. Era un jugador distinto: fan de The Beatles, con una vida nocturna bastante canalla… Era muy atractivo y fascinante, tanto por motivos futbolísticos como extrafutbolísticos. Como jugador también me encantaba Bobby Charlton, pero era solo un futbolista. Y al final lo que más me interesaba de Best era su historia trágica tan autodestructiva: sus excesos, su decisión de dejar de jugar muy joven porque ya no se divertía… Es como un gran relato de oportunidad perdida, aunque todo esto también contribuye a su estatus legendario. ¿Sabías que hubo gente que compró el disco pensando que lo había grabado el propio George Best y que ‘The Wedding Present’ era el título?”.

Bastantes años después de mi doble descubrimiento aquella tarde gracias a mi amigo, tuve la oportunidad de ver en directo a The Wedding Present. Fue en Granada, en la Sala Planta Baja, y resultó un concierto fantástico. Desde ese día guardo mi ejemplar de George Best en vinilo autografiado por David Gedge. Conseguir la rúbrica de George Best junto a la del cantante de la banda de Leeds hubiera significado cerrar de alguna manera el círculo, cuadrar la historia. Ya no será posible.

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Texto publicado originalmente en el número 4 de Lineker Magazine.

Fotos: www.guardian.co.uk | www.belfasttelegraph.co.uk

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