jueves, 28 de junio de 2012

La revancha de Sergio Ramos


Mientras Sergio Ramos se dirigía hacia el punto de penalti, medio twitter estaba escribiendo en su smartphone de última generación un ingenioso chiste, quizás involucrando a la Estación Espacial Internacional, quizás a la luna. Cuando el sevillano de Camas cogió la pelota, muchos aficionados se echaron las manos a la cabeza recordando la última semifinal de Champions y Pedro Jota ya se frotaba las manos pensando en otro gráfico ocurrente. En el momento en que Sergio tomó carrerilla y se paró justo en la línea de la frontal, la mayoría de españoles rezaron ante su televisor porque el balonazo (porque qué otra cosa sino un balonazo podría intentar el central madridista) cogiera puerta y no se tropezara en su camino con el cuerpo de Rui Patricio. Si Xabi Alonso, el hombre sereno, había errado su disparo, qué esperar de Ramos.

Cuando medio twitter, con su smartphone de última generación en la mano, estaba dispuesto para pulsar el botón 'publicar', Sergio Ramos corrió hacia el balón y lo elevó sutilmente a la vez que Rui Patricio se dejaba caer a su izquierda. Algunos tuvimos que ver la repetición para asegurarnos de lo que había sucedido allí. Me da la impresión de que al portero de Portugal le ocurrió lo mismo.

Si Ramos hubiera fallado el penalti hubiera ingresado en la posteridad, no ya en el purgatorio de Cardeñosa, Eloy, Salinas y Joaquín, sino en un infierno particular, construido para él solo. Un infierno en el que, además de cargar con el estigma de haber fallado en un momento decisivo, habría de soportar la chanza perpetua.

Si el penalti a lo Panenka de Pirlo fue (creo) una solución reflexionada y tomada en base al análisis de la situación, el de Ramos fue una locura maravillosa y premeditada, con altas dosis de venganza. Uno imagina a Ramos barruntando la decisión aquella aciaga noche del Bayern, dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Uno lo imagina ensayando una y otra vez el lanzamiento en su mente. Ambos penaltis (el de Pirlo y el de Ramos), sin embargo, tuvieron el efecto de insuflar confianza a sus compañeros: si Ramos mete un penalti a lo Panenka, ¿cómo vamos a perder?

Justo antes de empezar la Eurocopa, Ramos se cortó su clásica melena. Muchos temimos que le ocurriera como a Sansón. No contábamos con que lo perdido en fuerza lo ganara en clase y sutileza, logrando el equilibrio definitivo. No le hacía falta a Ramos el penalti contra Portugal para redondear una Eurocopa soberbia, pero sí para callar muchas bocas, sí para que a partir de ahora mucho lo miren (miremos) de una manera algo diferente.

Ramos se atrevió a burlar al destino, ese que lo había condenado a la mofa continua por no tener el mejor gusto literario ni musical, por ser un hortera de traje blanco, por mandar un balón a las nubes. Se atrevió a burlar al destino y a todos aquellos que hicieron (hicimos) burla en su día con su penalti contra el Bayern. Quien ríe el último ríe mejor. Y el resto, a cumplir penitencia escuchando su selección musical.

(Foto: Reuters)

1 comentario:

subterránea dijo...

A partir de ahora escuchará a Sr. Chinarro y Benito Moreno, sevillanos finos como él. O eso nos gustaría.

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