miércoles, 20 de junio de 2012

25 de junio de 2000

Menuda sesión de fútbol estábamos dispuestos a pegarnos aquella tarde-noche veraniega de domingo. España se enfrentaba a Francia en los cuartos de final de la Eurocopa que se disputaba en Holanda y Bélgica. La selección española se había clasificado in extremis en el último partido de la fase de grupos contra Yugoslavia, gracias dos goles en el tiempo de descuento que dieron la vuelta al 2-3. El gol de Mendieta fue de penalti; el de Alfonso, de milagro.

La sufrida clasificación para cuartos desató la ilusión en un país que pensaba que, por fin, aquella era la ocasión. Como cada dos años, vamos. Enfrente estaba la Francia de Zidane, campeona del mundo un par de años antes, pero nosotros teníamos a un Mendieta que marcaba goles realmente increíbles y a Raúl, el 10 de la selección entonces, al que el seleccionador Camacho había encomendado la labor de "tirar del carro". Ambos se encontraban en el mejor momento de sus carreras.

El plato fuerte era el partido de España, pero el aperitivo no desmerecía en absoluto. A media tarde se jugaba el Granada el ascenso a Segunda División en Los Cármenes contra el Murcia. En la ciudad de la Alhambra se respiraba una cierta euforia pues, después de haber logrado una semana antes la victoria en La Condomina, bastaba con un empate para abandonar, después de muchos años, el pozo de la Segunda B. Se respiraba el ascenso.

Con unas cervezas como imprescindible tentempié, nos reunimos unos cuantos amigos delante de la tele aquella tórrida tarde de junio, dispuestos a disfrutar de una doble alegría. La velada, sin embargo, nació torcida, pues el Granada cayó 0-1 en un partido horrible que propició que corrieran por la ciudad todo tipo de especulaciones. Tras el fallido ascenso, equipo y afición entraron en una profunda melancolía que podría habérselos llevado por delante de no haber llegado en 2009 el rescate desde Italia.

Cero de uno

Desaparecido de golpe el aroma a ascenso, entró por la ventana el tufo a alpechín. Nosotros, reunidos en torno al televisor, esperábamos quitarnos el mal sabor de boca con el pase de España a semifinales, pero tuvimos que conformarnos con el amargor agradable de la cerveza. Ya saben todos cómo acabó aquello, no hace falta volver a recordar el penalti de Raúl al cielo de Brujas. España se volvió a casa una vez más en cuartos y Francia se coronó campeona de Europa una semana después.

Cero de dos.

Yo me retiré pronto, cabizbajo, porque al día siguiente tenía un examen. Imagino que mis amigos continuarían ahogando las penas en el mismo alcohol que hubieran usado para celebrar el ascenso y el pase a semifinales. La versatilidad del alcohol es maravillosa. Me gustaría decir que aprobé el examen y que, al cabo, algo bueno salió de aquella tarde. O que suspendí, poniendo un fatal corolario a lo que había empezado mal y no podía acabar de otra manera. Pero para qué mentir: no lo recuerdo.

Ocho años y cuatro días después del penalti fallado por Raúl, España ganaba la Eurocopa gracias a un gol de Torres en Viena. Casi una década había pasado desde aquella fatídica tarde-noche cuando el Granada ascendía a Segunda en el Estadio Santo Domingo de Alcorcón. Ahora se pasea por Primera. Paciencia. Todo llega.

3 comentarios:

Grabieh dijo...

Ese día el Real Jaén se jugó el ascenso también a Segunda. Y lo lograron gracias a un penalty. Se ve que no podía haber dos penales con final feliz...

Juanan Salmerón dijo...

A mi también me marcó ese día, en este caso, el aperitivo me sentó bien. Zurdazo de Aguilar.

supersalvajuan dijo...

Primero el ascenso del Real Murcia, y, a continuación esa derrota. Recuerdo ese día como si fuese ayer.

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